
Qué bonito es ver a los protagonistas de Mentes criminales o C.S.I deducir quién ha cometido un crimen a partir de una mancha de sangre, los gestos en el rostro de un sospechoso o el tipo de herida que se realizó en la víctima. La investigación criminal nació, creció y maduró en el último siglo y hoy la televisión muestra sus logros.
Los asesinos seriales llaman la atención del público por lo desquiciado y aterrador de sus método. Los investigadores han notado que había patrones de conducta similares y la psiquiatría hizo el resto para se configure la disciplina de la perfilación criminal.
En el mundo policial, el perfil criminal es una herramienta más dentro de la investigación; se encarga de aportar información biográfica, física, psicológica, y social del agresor desconocido.
El criminal profiling, como se conoce a la disciplina internacionalmente, tiene sus antecedentes en la literatura policial, cuando en 1841 Edgar Allan Poe incluyó el uso de la psicología para capturar al criminal de Los asesinatos de la calle Morgue. Sin embargo, al terreno científico ingresó recién en 1888, cuando el patólogo forense Dr. George Philips diseñó un modelo que permitía elaborar estadísticamente perfiles de delincuentes a partir de las lesiones en las víctimas.
A medida que la criminología avanzaba se requirió de la intervención de psiquiatras en los casos. Y fue tal vez el aporte del Dr. James Brussel quien en la década de 1950 determinó que el Mad Bomber, un loco que llegó a poner 37 bombas en trenes y cines, era un varón eslavo, católico, residente en Connecticut, paranoico, de buena educación, con conocimientos de electricidad, metalurgia y plomería, soltero y posiblemente virgen. Cuando arrestaron a George Metesky pudieron comprobar que era todo correcto.
Sin embargo, quienes pueden llevarse todos los lméritos, y también cuantiosas críticas por sus métodos, son los detectives del FBI. En el caso de Susan Jaeger, una niña secuestrada en 1973 en de un camping de Montana, luego de que apareciera muerta seis meses más tarde, el buró sugirió que el asesino era un varón blanco, que vivía cerca del camping y que tenía probablemente algún arresto previo. El perfil dio con la detención de David Meirhofer y se pudo comprobar que el sospechoso fue quien había realizado un llamado anónimo a la madre de la víctima para denunciar el secuestro.
El FBI ha divido la disciplina en organizado/desorganizado, que diferencia a los asesinos en dos:
- Asesinos organizados: Son los que tienen un coeficiente intelectual por encima de la media y planean sus asesinatos con mucha atención. No eligen sus víctimas al azar, y lograr su cometido puede llevarles años. Una vez perpetuado el crimen saben cómo limpiar la escena y deshacerse del cuerpo, de manera que dificultan mucho la tarea de los investigadores. En el día a día son personas sociables, que pueden tener esposa e hijos, y pueden no tener antecedentes delictivos. Un ejemplo es Harold Shipman. El “Doctor Muerte” fue hallado culpable de al menos quince decesos por exceso de morfina en sus pacientes, la mayoría de ellos mujeres mayores de edad. Sus actos fueron cometidos durante más de veinte años y encubiertos por su profesión y el hecho de que muchas de las personas tuvieran mala salud. Fue denunciado por una colega que descubrió un número excesivo de muertes en su clínica.
- Asesinos desorganizados: Son los que tienen un coeficiente intelectual medio o bajo y actúan más por instinto; con urgencia por matar, cometen sus crímenes impulsivamente dejando en un segundo plano el método. Buscan la manera de engañar a la víctima y llevarla a un lugar alejado donde perpetrar el asesinato. Tienden a dejar el cuerpo en el mismo lugar del crimen y se les escapan muchos detalles que facilitan la investigación. Además, suelen tener rituales post mortem, como la necrofilia, la mutilación o el canibalismo. Un ejemplo es Andrei Chikatilo. “El Carnicero de Rostov” perpetró alrededor de 53 asesinatos entre 1978 y 1990, cuando fue arrestado. Sus víctimas eran principalmente niños y niñas menores de edad -en algunos casos, deficientes mentales-, a quienes convencía de ir a algún bosque cercano donde los acuchillaba, mutilaba, e intentaba violar, algo que no siempre sucedía a raíz de su impotencia sexual. Su imprudencia le permitió a la policía encontrarlo.
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